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DESDE LAS SOMBRAS Y LAS IMÁGENES A SER DOCTOR DE LA IGLESIA, San John Henry Newman y su en la doctrina de la Iglesia

DESDE LAS SOMBRAS Y LAS IMÁGENES A SER DOCTOR DE LA IGLESIA, San John Henry Newman y su en la doctrina de la Iglesia

Por: Pbro.Yhon Pablo Canedo Archila, formador del Seminario Mayor Diocesano San José y delegado de la pastoral de catequesis.

El Papa León XIV proclamó doctor de la Iglesia univer­sal a san John Henry New­man durante la solemnidad de Todos los Santos en la plaza San Pedro. ¿Qué significa este acontecimiento? ¿Todos pueden recibir este título? ¿Quién es Newman? ¿Cuál es su aporte al Magisterio Eclesial? Son los interrogantes que se ex­plicarán en los siguientes pará­grafos.

¿Qué significa ser doctor de la Iglesia?

Este título es más que un nombra­miento honorifico. Se trata del modo en como la Iglesia destaca que la doc­trina de un santo es íntegra porque está en consonancia al magisterio eclesial, es novedosa respecto al método y a la materia utilizada y es universal, para todas las personas que quieran conocer y vivir mejor la fe cristiana. En otras palabras, los doctores de la Iglesia son una fuente de erudición, profundo conocimiento y enriquece­dora cultura, son capaces de expresar su pensamiento sobre el misterio de la fe cristiana en la actualidad.

¿Cómo es el procedimiento?

La proclamación de doc­tor de la Iglesia, inicia con la solicitud realizada por los postuladores ante el Dicasterio de la Cau­sa de los Santos; ellos a su vez, asignan a los teólogos y biblistas de la doctrina de la fe, verifi­car que los escritos y en­señanzas del candidato a canonizar, expresen una fe y moral íntegra, un co­nocimiento profundo y en modo particular, una eminente doctrina que contribuya significativa­mente al magisterio en la comprensión de la fe. Finalmente, la Iglesia, mediante el Papa o el Concilio Gene­ral anuncia en una declaración formal el parecer afirmativo.

¿Quién es John Henry Newman?

En 1801, nació en Londres, Inglaterra en una familia anglicana, estudió en Trinity College y perteneció a la cor­poración académica del Oriel College, en la ciudad de Oxford. Recibió la or­denación como sacerdote anglicano y era conocido por sus sermones como por su amabilidad. Junto a sus com­pañeros fundó el movimiento Oxford con el fin de renovar la Iglesia de In­glaterra.  Sin embargo, buscando en los Padres de la Iglesia encontró la verdad. Des­cubrió que la doctrina enseñada por los Padres de la Iglesia continuaba presente en la Iglesia ca­tólica.

Fue un período de cri­sis, confrontación, ora­ción, estudio, reflexión, humildad, valentía y aceptación. Se alejó pro­gresivamente del angli­canismo y sufrió la di­famación de sus colegas como traidor. Solicitó pertenecer a la Iglesia católica y en 1845 reci­bió la ordenación sacer­dotal católica en Roma, se vinculó al oratorio de San Felipe Neri, prestó su servicio en Dublín para fundar la uni­versidad, regresó a Inglaterra, promo­vió el carisma oratoriano para renovar el clero diocesano y acompañó a los inmigrantes como a los obreros de las fábricas. El Papa León XIII lo nom­bró cardenal en 1879 y le concedió su petición de no ser consagrado obispo. Solía rezar con frecuencia un poema de su autoría: “guíame, luz amable… ¡Guíame!”, murió en 1890 en la ciu­dad de Birmingham, Inglaterra.

Su vida fue un camino espiritual que plasmó en la tumba de su lápida: “des­de las sombras y las imágenes hacia la verdad”. En 1991, el Papa San Juan Pablo II lo proclamó venerable, en el 2010 el Papa Benedicto XVI lo beati­ficó, en el 2019 el Papa Francisco lo canonizó y en el 2025 el Papa León XIV lo declaró doctor de la Iglesia.

¿Cuál es su doctrina eminente?

Uno de los aportes más interesantes del autor se encuentra en su ensayo: desarrollo de la doctrina cristiana, que fue decisivo para la renovación de la teología. Facilita la comprensión de los dogmas, en cuanto que lo compa­ra con el crecimiento de un ser vivo, todo ser vivo está en cambio, si cam­bia es porque está vivo. Sin embargo, el cambio externo del ser vivo no mo­difica la esencia, esto mismo sucede con la doctrina cristiana a lo largo de la historia, no cambia su esencia, sino que se hace más comprensible, las en­señanzas posteriores no son adiciones ilegitimas sino desarrollos lógicos y coherentes de la verdad revelada en las Escrituras.

Aunque san John Henry Newman no aceptó la invitación a participar en el Concilio Vaticano I, no obstante, la carta al duque de Norfolk permi­tió explicar la recensión adecuada del dogma de la infalibilidad Papal , frente a las críticas inglesas que cues­tionaban la validez del magisterio del Papa y consideraban a los católicos como esclavos morales y mentales, sin libertad por pertenecer a la Iglesia:

“«Caso de verme obligado a hablar de religión en un brindis de sobre­mesa beberé, «¡Por el Papa!» con mucho gusto. Pero primero «¡Por la conciencia!», después «¡Por el Papa!»”.

Newman aclara que no hay proble­ma entre ser ciudadano y ser católi­co, porque la cuestión no está en la obediencia a las leyes externas si no al interior de la persona, obediencia a la propia conciencia, soberanía de la conciencia donde se escucha la voz de la verdad, la voz de Dios. La in­falibilidad es por lo tanto la voz de la conciencia universal que se expresa en definitiva y universal­mente en cuestiones de fe y de moral.

Igualmente, los escritos de Newman influyeron significativamente en documentos relevantes del Concilio Vaticano II. Ian Ker, uno de sus más grandes biógrafos lo menciona como precursor de:

1. La Constitución dog­mática sobre la divina revelación, Dei Verbum, para comprender la reve­lación de Dios de modo personal, manifestada en la persona de Cristo; Cristo es mediador y a la vez, la suma total de la revelación.

2. La declaración sobre la libertad re­ligiosa, Dignitates Humanae, porque era consciente del cambio de época; ya no existía una Europa cristiana y en sus escritos promovía la libertad reli­giosa, idea novedosa para aquella época post triden­tina.

3. Constitución dogmáti­ca sobre la Iglesia, Lumen Gentium, porque fue uno de los primeros promoto­res de un laicado compe­tente, instruido e informa­do sobre la propia fe con capacidad para defenderla con argumentos sólidos y resplandecer su belleza en la Iglesia clerical del siglo XIX.

4. Constitución pastoral sobre la Igle­sia en el mundo actual, Gaudium et Spes, porque sospechando del opti­mismo de los años 60, para Newman era intolerable identificar la visión del Reino de Cristo con la mera civi­lización humana, siendo lo que es y permaneciendo como es sin ningún principio sobrenatural.

Además, el catecismo de la Iglesia lo cita en diferentes numerales: sobre la inteligencia de la fe, la bienaventuranza cristiana, el sentido de lo sagrado y una de las conocidas citaciones, la conciencia:

La conciencia «es una ley de nuestro espíritu, pero que va más allá de él, nos da órdenes, significa responsabi­lidad y deber, temor y esperanza […] La conciencia es la mensajera del que, tanto en el mundo de la naturaleza como en el de la gracia, a través de un velo nos habla, nos instruye y nos gobierna. La conciencia es el primero de todos los vicarios de Cristo».

En síntesis, los grandes aportes de san John Henry Newman y la influencia en la doctrina cristiana además de los temas significativos sobre la pri­macía de la conciencia, también, está el desarrollo de la doctrina cristia­na y la promoción de los laicos. “La característica como todo gran doctor de la Iglesia es que no enseña solo mediante pensamiento y palabra sino también con su vida, porque dentro de él, pensamiento y vida se funden y se definen mutuamente. Si esto es así, entonces Newman pertenece a los grandes maestros de la Iglesia, porque toca nuestros corazones y al mismo tiempo ilumina nuestro pensamiento”.