El renacer del mercado informal de gasolina en Cúcuta entre supervivencia y retos económicos

En Cúcuta, la venta informal de gasolina en pimpinas resurge con fuerza, floreciendo en las calles y convirtiéndose en una realidad cada vez más visible en varios barrios de la ciudad. Lo que parecía un negocio casi extinto vuelve a ser el sustento de muchas familias, marcado por una mezcla de necesidad y tradición.
En varias zonas como Claret, Comuneros, La Libertad y Barrio Nuevo, ya es común los puntos donde se vende gasolina en envases plásticos, con precios entre 13.000 y 16.500 pesos. En las esquinas, los bidones se exhiben con un palo atravesado y una señal que anuncia «sí hay», un símbolo que conocen bien los motociclistas y conductores particulares que buscan ahorrar.
Omar*, un vendedor de Barrio Nuevo, cuenta cómo continúa una tradición familiar que inició hace más de 30 años. “Vendemos hasta 100 galones al mes; el margen de ganancia no es alto, pero sirve para mantenernos”, afirma, explicando que sus ingresos semanales rondan los 180.000 pesos. A pesar de las dificultades, incluida su salud, este es su principal sustento. Según un censo del Sindicato de Trabajadores de la Gasolina, en Cúcuta hay alrededor de 245 pimpineros, quienes, como Omar, enfrentan el desempleo y la falta de opciones estables.
Sin embargo, este fenómeno no está exento de controversia. Un empresario de estación de servicio, que prefirió el anonimato, llamó la atención sobre la falta de apoyo a los negocios formales frente a la competencia ilegal. “Pagamos impuestos, generamos empleo, pero nunca se nos ha protegido. Las autoridades no incautan pimpinas ni controlan esta situación,” denunció. Recordó que durante el cierre de frontera se observó un breve repunte en ventas, pero el regreso de la gasolina venezolana y la expansión de la venta informal ha generado una caída de más del 50% en sus negocios, obligándolos a recortar personal o cerrar.
Este resurgimiento del “pimpineo”, impulsado tanto por la crisis económica como por la misma dinámica del mercado, subraya un complejo panorama en Cúcuta, en el que la necesidad se cuestiona frente a la legalidad y la formalidad. Mientras tanto, para muchos como Omar, la venta informal de gasolina sigue siendo la única opción para salir adelante.