La depresión: una realidad silenciosa que afecta a millones de personas
Por: Alejandra Trinidad Serrano Rodríguez, Psicóloga profesional, especialista en procesos de intervención social y curso especializado en neuropsicología del desarrollo y aprendizaje.
En un mundo cada vez más conectado, donde la vida parece avanzar a una velocidad vertiginosa, millones de personas luchan en silencio contra un enemigo invisible: la depresión. Este trastorno mental, a menudo subestimado o malinterpretado, representa una de las principales causas de discapacidad en el mundo según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

- ¿Qué es la depresión?
La depresión no es simplemente estar triste o pasar por un mal momento, es una enfermedad mental compleja que afecta la forma en que una persona piensa, siente y maneja las actividades diarias y se manifiesta a través de una variedad de síntomas que pueden incluir:
- Tristeza persistente.
- Pérdida de interés o placer en actividades.
- Cambios en el apetito o el sueño.
- Fatiga o falta de energía.
- Sentimientos de inutilidad o culpa excesiva.
- Dificultad para concentrarse.
- Pensamientos de muerte o suicidio.
Aunque todos experimentamos días malos, en el caso de la depresión estos sentimientos son más intensos, duran más tiempo (al menos dos semanas) y afectan significativamente el funcionamiento diario de la persona.
- – ¿A quién afecta la depresión?
La depresión no discrimina; puede afectar a personas de cualquier edad, género, nivel económico o cultura. Sin embargo, estudios han mostrado que las mujeres tienen el doble de probabilidades de sufrir depresión que los hombres, aunque estos últimos tienen tasas más altas de suicidio.
En adolescentes y jóvenes, la depresión puede confundirse con cambios normales de humor, lo que hace más difícil su detección. En adultos mayores, suele asociarse erróneamente con el envejecimiento o enfermedades físicas, lo que también retrasa su diagnóstico y tratamiento.
- Causas y factores de riesgo
La depresión no tiene una única causa. Es el resultado de una combinación de factores biológicos, genéticos, psicológicos y sociales. Algunos de los principales factores de riesgo incluyen:
- Antecedentes familiares de depresión.
- Situaciones de estrés prolongado (problemas económicos, laborales o familiares).
- Abuso físico, emocional o sexual.
- Enfermedades crónicas o dolor persistente.
- Consumo de drogas o alcohol.
Como sociedad, tenemos un papel fundamental en la lucha contra la depresión. Hablar abiertamente sobre la salud mental, educar a las personas desde temprana edad y promover entornos de apoyo son pasos esenciales para derribar los prejuicios. Es fundamental dejar de usar expresiones como “tienes que echarle ganas” o “eso es solo flojera”. La depresión no es una elección, y minimizarla solo contribuye al aislamiento de quienes la padecen. Si tú o alguien que conoces está pasando por una situación difícil, es vital recordar que no está solo. Hablar con alguien de confianza, buscar ayuda profesional y reconocer que pedir ayuda es un acto de valentía, no de debilidad y puede marcar la diferencia. La depresión no define a una persona, ni debe ser una condena. Con información, apoyo y tratamiento, es posible recuperar el bienestar y vivir una vida plena.
La depresión es una enfermedad mental compleja pero tratable, que afecta a millones de personas en todo el mundo. No se trata de una simple tristeza pasajera, sino de un trastorno que puede interferir profundamente en la vida diaria de quien la padece. Reconocer sus síntomas, buscar ayuda profesional y contar con el apoyo del entorno son pasos fundamentales para la recuperación. Además, es esencial continuar educando a la sociedad para eliminar el estigma asociado a la salud mental y fomentar espacios seguros donde se pueda hablar abiertamente del tema. Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino un acto de valentía que puede salvar vidas.