Tres caminos para una Iglesia viva: misericordia, comunión y esperanza

La historia de la Iglesia de Roma del siglo XXI no podrá narrarse sin detenerse en la audacia renovadora del Papa Francisco, su pontificado dejó una huella profunda en la vida de la Iglesia, marcada por su deseo de renovarla desde el Evangelio vivo.
Sus mensajes fueron un llamado constante a volver a la “alegría del Evangelio”, a la compasión concreta y al caminar juntos como pueblo de Dios. Su fallecimiento deja un legado espiritual cimentado en tres grandes eventos que marcaron su visión de Iglesia: el Jubileo de la Misericordia, el Sínodo de la Sinodalidad y el Jubileo de la Esperanza.
EL JUBILEO DE LA MISERICORDIA: UN AÑO SANTO PARA SANAR EL MUNDO (2015-2016)
Con la Bula ‘Misericordiae Vultus’ (“El rostro de la misericordia”), publicada el 11 de abril de 2015, el Papa Francisco convocó un Año Santo Extraordinario centrado en el corazón mismo del Evangelio: la misericordia de Dios. Bajo el lema “Misericordiosos como el Padre” (cf. Lc 6, 36), invitó a toda la Iglesia a vivir la ternura, el perdón y la compasión de manera concreta.
La apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, el 8 de diciembre de 2015, dio inicio a una corriente de gracia que alcanzó a todas las Diócesis del mundo, incluida la Diócesis de Cúcuta. Aquí, los fieles cruzaron la Puerta Santa en la Catedral San José, renovando su fe y compromiso cristiano dentro de una solemne celebración presidida por el entonces obispo, Monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid. Durante su homilía, exhortó a los fieles a practicar las virtudes de la caridad y la misericordia, especialmente en esta Iglesia Particular, que en aquel momento enfrentaba una compleja situación social, marcada por el masivo éxodo de colombianos que, desde el mes de agosto, habían regresado de Venezuela.
El Sumo Pontífice subrayaba que la misericordia “es el acto último y supremo por el cual Dios viene a nuestro encuentro” (MV #2). Inspirado en figuras bíblicas como el buen samaritano y el Apóstol Pedro, instó a la Iglesia a salir de su comodidad y a ser “hospital de campaña” para el alma herida del mundo.
EL SÍNODO DE LA SINODALIDAD: ESCUCHAR, DISCERNIR, CAMINAR JUNTOS (2021-2024)
Consciente de los desafíos de la época actual y del llamado a evangelizar en medio de difíciles realidades, inspirado además, en el Concilio Vaticano II y en la tradición viva de la Iglesia, el Papa Francisco propuso un camino sinodal profundo y prolongado, inaugurado formalmente en octubre de 2021 bajo el lema “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”.
En el Documento Preparatorio y el ‘Instrumentum Laboris’, alentó a escuchar a todos —incluso a quienes se sentían alejados de la Iglesia—, como un ejercicio de conversión pastoral. Inspirándose en la experiencia de los primeros cristianos narrada en los Hechos de los Apóstoles (Hch 15), impulsó una metodología de escucha activa, discernimiento comunitario y toma de decisiones en el Espíritu Santo.
La Diócesis de Cúcuta no fue ajena a este proceso. Desde el inicio de la fase diocesana del Sínodo de la Sinodalidad, se emprendió un camino pastoral de escucha, oración y discernimiento. Bajo la orientación del señor Obispo, Monseñor José Libardo Garcés Monsalve, se organizaron encuentros y consultas sinodales con la vida interna de la Iglesia (consagrados, seminaristas, fieles, etc.) y con el pueblo de Dios (compuesto por personas alejadas de la fe, asimismo, participaron integrantes de la sociedad civil, organizaciones no gubernamentales y minorías, entre otros).
Esta fase local tuvo como objetivo recoger las voces de la familia humana que peregrina en esta zona de frontera, permitiendo que emergieran luces, desafíos y propuestas para una Iglesia que camina unida. Los aportes recolectados fueron sistematizados y enviados a la Conferencia Episcopal de Colombia, que a su vez los integró en la etapa continental desarrollada en 2023. Posteriormente, la Diócesis celebró la tradicional Asamblea Diocesana, en la que se reafirmó el compromiso de vivir una pastoral más participativa, donde todos los fieles bautizados se sintieran escuchados, valorados y corresponsables en la misión evangelizadora.
Con la conclusión de la fase universal del Sínodo en octubre de 2024, este proceso dejó frutos visibles en la vida diocesana: el fortalecimiento de los consejos pastorales, el impulso a la formación bíblica y doctrinal, y una renovada apertura a la escucha activa en los diversos niveles eclesiales.
EL JUBILEO DE LA ESPERANZA: SEMBRAR FUTURO EN TIEMPOS INCIERTOS (2025)
Ante los desafíos actuales, el Sumo Pontífice convocó el Jubileo Ordinario del año 2025 bajo el lema “Peregrinos de la esperanza”, a través de la Bula ‘Spes non confundit’ (La esperanza no defrauda), publicada el 9 de mayo de 2024. En este documento, el Papa instó a la humanidad a abrazar una esperanza renovada, que, lejos de defraudar, se presenta como un faro de luz en tiempos de incertidumbre.
En este documento, el Papa invita a redescubrir la virtud de la esperanza como respuesta cristiana ante las sombras de la guerra, las injusticias sociales y las crisis existenciales. Cita a san Pablo: “La esperanza no defrauda” (Rm 5, 5) para reafirmar que Dios sigue obrando silenciosamente en la historia.
El Papa tomó como inspiración bíblica a Abraham, el hombre que “esperó contra toda esperanza” (cf. Rm 4,18). Esta expresión, lejos de presentar a la esperanza como una rival, revela la radicalidad de una fe que se mantiene firme incluso cuando no hay razones humanas para hacerlo. Abraham confió en la promesa de Dios, aún en medio de la imposibilidad. A partir de este ejemplo, Su Santidad llamó a los cristianos a ser testigos valientes de la esperanza, especialmente entre los jóvenes y los descartados del mundo.
En la Iglesia Particular de Cúcuta, las actividades jubilares comenzaron como un soplo de alegría en medio de las dificultades, recordando a los fieles bautizados que su fe tiene un rostro, y ese rostro es Cristo.
El Papa Francisco afirmó con fuerza que la verdadera renovación de la Iglesia no pasa por estructuras frías, sino por corazones convertidos, comunidades vivas y una misión valiente en cada realidad.
Misericordia, sinodalidad y esperanza no son solo palabras: son caminos concretos que seguirán fecundando la historia de la Iglesia Católica. En su memoria, la Diócesis de Cúcuta honrará su legado sembrando, una vez más, la alegría de ser discípulos misioneros.