1. Cultura abierta:
Nadie en ningún lugar lo sabe todo, esa es una verdad absoluta. Es necesario que la organización tenga un equipo fuerte que se apoye en todo momento, que se ayude para resolver los problemas en conjunto y que permita la participación de todos los integrantes de la plantilla. Las culturas que cerradas que fomentan la exclusión afectan gravemente la productividad y competitividad de los empleados y la compañía.
2. Saber escuchar:
Todos los integrantes de una organización tienen conocimientos y aportes para compartir con el resto de sus compañeros. Establecer una cultura en la que todos los integrantes puedan hablar cuando lo necesiten, al tiempo que escuchan a sus compañeros con atención y sin interrupciones es básico para fortalecer el ambiente laboral y el trabajo en equipo.
3. Diversidad:
Un equipo robusto se compone de personas con habilidades complementarias, diferentes personalidades, aportes, expectativas e intereses. La diversidad en esos campos es un elemento clave para la cohesión de todo el grupo de trabajo. Diferentes puntos de vista ayudan a encontrar mejores soluciones y alternativas en la oficina.
4. Saber comunicar:
La comunicación es la base de cualquier relación, en este caso las laborales. Es el vehículo fundamental para que la asimilación de la cultura organizacional por parte de los colaboradores sea óptima. De los procesos y mecanismos de comunicación establecidos al interior de la compañía depende que los directivos y jefes puedan transmitir adecuadamente los principios, acciones, valores y metas corporativas que van a definir la cultura de la organización.
Fuente: Blog.acsendo